Me devoré el libro en un par de días
Esto afirmó uno de los jóvenes abogados invitados al conversatorio sobre el libro Cacería en el marco de la Semana del Orgullo 2021 organizada por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Quise comenzar citando estas palabras porque Cacería. Una historia real, autoría de Gonzalo Demaría, no considero sea un libro para devorar sino degustar. Nos encontramos ante 18 capítulos en 212 páginas donde se narra de manera detallada y triangulada, tanto una aproximación a relatos de vida del fotógrafo Jorge Horacio Ballvé Piñero como al escándalo de los cadetes. Después de recorrer los 18 capítulos pueden tener la certeza de que se sentirán motivados a leer el apéndice (20 páginas) donde aparecen notas breves sobre las fotografías. El minucioso detalle sobre las fuentes generales y específicas (16 páginas) nos recuerda la pasión por la historia de Demaría. Basta mencionar que fue acreedor del premio de la Academia Nacional de la Historia de la Argentina y la Fundación Rafael del Pino de España por un ensayo sobre los virreyes del Río de la Plata.
Además de la dimensión histórica, emerge el punto de vista del dramaturgo. Ese que reiteradas veces aparece para recordar sobre las injusticias contra las personas homosexuales en la década de los cuarenta del siglo pasado en la Argentina. Sin embargo, no debe entenderse Cacería como una novela. Más exactamente es una narración histórico-dramática con potencial de ser convertida en guion audiovisual, como de hecho lo será.
No existen suficientes elementos en el libro para demostrar la comprensión y sentir del propio Ballvé Piñero como un artista de la fotografía. Él tomaba fotos, se divertía, las coleccionaba y luego le tocó destruir algunas cuando se sintió presionado en medio del escándalo donde estaban involucrados algunos cadetes del Colegio Militar de la Nación. Recordemos que en la milicia “el cadete, desde el momento que viste el uniforme, es considerado un hombre” (pág. 78). En la época ellos representaban las cualidades viriles del pueblo argentino. Las fotografías, en todo caso, son un testimonio de lo clandestino y nos proporciona una riqueza de desnudos y semidesnudos de hombres jóvenes de todas las clases sociales. Pertinente la recreación del fotógrafo Claudio Larrea en la exposición Los cuerpos del delito en 2020.
Más, si existen elementos que demuestran la convicción de la identidad homosexual del fotógrafo; por ejemplo, las cartas escritas al cadete Pedro. Y especialmente, un borrador de epístola donde confiesa: “Quiero vivir de acuerdo a mi naturaleza, porque quiero ser sincero conmigo mismo y los demás” (pág. 144). Aclara Demaría que no puede afirmar hubo orgías en las fiestas del apartamento de Ballvé Piñero como describe Bazan en su Historia de la homosexualidad en la Argentina: de la conquista de América al siglo XXI. Pero, si nos detalla numerosos lugares de encuentro de los invertidos, bardajes o sodomitas pasivos; los bufarrones, chongos, procureur o pederastas activos y quienes resultan barcas (lo que llamamos hoy en día versátiles). Al fin y al cabo: locas.
Las locas se reunían en el bar Santa Teresita (en la Av. Santa Fe, entre Ayacucho y Junín), en la confitería Mon Bijou (en la Av. Corrientes, entre Carlos Pellegrini y Suipacha), en la confitería Bostón, en la confitería Negresco (entre Corrientes y Talcahuano), en la confitería del Odeón (entre Corrientes y Esmeralda), en el restaurante del Hotel Astoria (Av. De Mayo y Talcahuano), en el Restorán Sibarita, en el restorán Los Patitos (calle Carlos Pellegrini casi esquina Viamonte), panadería Los Dos Bulevars, cabaret My Fair (calle Lavalle), restorán El Parral (Av. Belgrano), cabaret Tabarís (Corrientes casi Esmeralda), confitería El Águila (Santa Fe y Callao), la boîte Ciro (calle Maipú), la boîte Embassy (calle Florida a la altura de Córdoba), Teatro Maipo (Esmeralda), confitería Richmond y confitería Los Chinitos (Santa Fe y Agüero).
La caza de las locas impulsada por el sargento Inchauspe, quien estaba bajo la línea de mando del teniente primero Noms y el coronel Emilio A. Daul, trajo como resultado la detención de Jorge Ballvé el domingo 6 de septiembre de 1942 por los cargos de corrupción de menores y asociación ilícita. También fueron detenidos Horacio Alberto Arata, Adolfo José Goodwin, Romeo Luis José Spinetto, Rómulo Sebastián Naón, Ernesto Bartolomé Ludovico Brilla, Mario Indalecio Villafañe, Javier Calvo Reyes, Carlos Podestá Méndez, Andrés Augusto Lucantis Pico, Daniel Miguel Duggan, Eduardo Crempien, Horacio Alberto Cabrera, Raúl Padilla, Jorge Olchansky y Blanca Nieves Abrate alias Sonia (la única mujer).
Cacería por Gonzalo Demaría ofrece un acercamiento sensible, jocoso, rememorativo y reflexivo sobre un grupo de jóvenes gais en una época en la Argentina marcada por el contexto de la segunda guerra mundial. Después de degustar el libro, reitero uno de mis objetivos como activista: sensibilizar acerca de la discriminación por orientación sexual que se mantiene vigente en el universo de la milicia y muchos otros. A nivel mundial, de acuerdo con el informe Homofobia de Estado 2020, sesenta y nueve estados siguen penalizando los actos sexuales consensuados entre adultos del mismo sexo. En el caso venezolano el Código Orgánico de Justicia Militar (1998), tipifica que:
El oficial que cometa actos que lo afrenten o rebajen su dignidad o que permita tales actos, sin tratar de impedirlo por los medios autorizados por la ley, será penado con prisión de uno a tres años y separación de las Fuerzas Armadas. La misma aplicará a todo militar que cometa actos sexuales contra natura (artículo 565).
Este artículo recuerda al reglamento interno para las Fuerzas Armadas de Argentina del año 1944, donde se incluía la homosexualidad como causa de expulsión y prisión. Para el momento Perón fungía como Ministro de Guerra. Hago este salto mortal en el tiempo con el único fin de poner en evidencia que lo expuesto en el Código Orgánico de Justicia Militar de Venezuela, sobre las personas gais, parece representar los años cuarenta.
Si leer Cacería implica degustarlo, digerirlo abarca una nutrida conciencia y reflexión. No solo podemos pretender que las fotografías de Ballvé Piñero se muestren para Argentina y América Latina. Es urgente, moral e inaplazable solidarizarse con las personas que viven en aquellos estados donde aún existe discriminación legal por orientación sexual. En definitiva, el activismo LGBT en un mundo global debe responder a una dimensión transnacional. Visibilizar no solo es desempolvar y curar fotografías, también lo es asumir posturas solidarias a pesar de las diferencias ideológicas que atraviesan a los países.