Nada nos puede pasar: CABA la ciudad deseada por chicos de la provincia

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Nada nos puede pasar es un libro que recoge cuentos y relatos de esos jóvenes del interior de la Provincia de Buenos Aires que actualmente tienen un poco más de 30 años, y que durante su adolescencia media y tardía encontraban en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) un símbolo sobre las posibilidades de nuevas experiencias con el mundo de las artes, los espectáculos, los amigos, las fiestas y las relaciones de pareja. Al mismo tiempo, la provincia como expresión de espacio tradicional y regulador nunca termina por desilusionar a estos jóvenes. Representa la familia con todas sus imperfecciones y el colegio como posibilidad de socialización de aquello que no se aprende formalmente en el currículo.

La vida inventada, Amanecer en Buenos Aires, La chica de la marquesina y Volver retratan la dualidad entre la actriz diva que todo lo controla y la mujer que no puede mentirse a sí misma: “Soy yo… La Baby…”. Esa mujer que puede preferir momentos sin maquillaje comiendo bondiola en los carritos de la costanera. Quizá, se descubran las mentiras y quede como ridícula, pero “soy la noticia del momento. No es tan malo. Después de todo antes no era nadie…”. O tal vez, realmente no sabe si volver a donde perteneció (o pertenece) porque en definitiva “… A nadie le importa. No soy nadie”.

Mi generación, La película y La actriz, presentan el mundo del cine y la televisión desde las vivencias de unos jóvenes que querían triunfar y ser reconocidos, pero no pasaron de ser un candidato a casting de un reality musical, unos extras con poca experiencia teatral y un joven pasante (meritorio) mediador entre la actriz diva y el resto del equipo de la película. La mancha, El verano prohibido, Eso que sentimos y Huracán son prosas en las cuales descubrimos algún elemento del cine y la tv como subtexto. No puede haber nada más desconcertante que una mancha en el ojo por la cual te prohíban ver pantallas. Pero, al menos una mancha ocular es un motivo médico. Hay otras prohibiciones: las de los padres. Aquellos que impidieron que sus hijos vieran la telenovela juvenil “Verano del 98”. Aún así, los chicos se las ingeniaron para seguir construyendo historias con sus imaginaciones. Un potente ejercicio de guiones o libretos que puede tornarse realidad si se corre el riesgo de escribir y no solo imaginar, así como ese chico quien le escribió en un documento word a Agustina (la estudiante de escritura): “Hola, soy el de las impresiones… perdón que te edite el documento, pero me gustaría invitarte a salir…”. Después de todo, si no te arriesgas como escritor, actor o director solo tendrás la opción de presidir un club de fans que tiene fecha de caducidad. Eso le ocurrió al “Club de Fans Huracán”.

El misterio de los chinitos, Los suplentes y La cuenta, muestran tres momentos del proceso de maduración. El primero, corresponde a las travesuras que otorgan estatus de respeto y admiración frente a los otros chicos. Arrancar chinitos sin que nadie sospeche involucra la activación de las funciones ejecutivas del cerebro en un grupo de adolescentes. El segundo, pertenece a la regulación entre las emociones y lo que se dice/hace. El banco de suplentes, ocupado por la chica operada del apéndice y el gordito flojo en deportes, es el lugar de encuentro para pensar sobre miradas distintas y hacer puestas en común. El tercer momento, es el recordatorio con acciones, por parte de los padres, acerca de las responsabilidades que tienen que asumirse. Una madre le recuerda al chico que debe pagar la cuenta de lo que consumió. Pagar la cuenta es el acto de cerrar pendientes (la tesis, un trabajo).

El extranjero, Burritos, Berlín, El viaje y Cuando volviste de Tokio representan la mesura, desmesura, melodrama, y jocosidad sobre las relaciones de pareja. Recuerdo mis vivencias y fui igual de intenso en mis uniones y separaciones. También me acosté con un famoso, pero no era tan guapo como el español descrito en el libro. Nunca he ido a Berlín ¡Ojalá me gané un boleto aéreo en un concurso de jugos en polvo light!

Primer año en Buenos Aires es el relato más maduro de Nicolás Teté. Ofrece un rápido recorrido del chico provinciano que emigra a la ciudad deseada. De las etiquetas de puto, buchón y joven tímido que no se atrevía a salir del clóset -como lo hizo Marina Montanari besando a una chica mendocina delante de todos- al joven que decide “probar” porque no le puede decir a sus padres que es algo que nunca probó. De aceptar los insultos justificados por sus mentiras a decidir salir del clóset con Ana porque “toda actriz necesita un amigo gay”. Finalmente, ya está residenciado en La Casona (San Telmo), asiste a marchas del campo sin entenderlas, y no siente nada de culpa cuando besa a Alán o al amigo de Ana en la Fiesta PLOP. Después de todo, “Dios está en todas partes pero atiende en Buenos Aires”.

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Por: José Alirio Peña
Foto: Juan José Díaz
Modelos: Augusto y Melany Sosa

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Nada nos puede pasar

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